Gisele, una niña de 12 años africana que vive en un poblado al noroeste de Camerún, apenas tiene tiempo para asistir a la escuela porque por las mañanas tiene que caminar varios kilómetros para ir en busca de agua. Los días que acude lo hace tarde y tan cansada que no es capaz de rendir lo suficiente. Como Gisele miles de niños y, especialmente, niñas en todo el mundo viven a diario esta situación. En países en vías de desarrollo de África, Asia y América Latina, a las menores, sólo por ser mujeres, se les asignan más tareas domésticas que a los hijos varones. La discriminación de género junto con la falta de acceso al agua potable pone en riesgo su educación.
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