En todo el mundo, alrededor de 1,7 millones de muertes cada año (de ellas, 90% son niños) se atribuyen a la falta de agua potable y de saneamiento, y a malas condiciones higiénicas, situación que se traduce principalmente en diarreas infecciosas. El acceso a saneamiento, buenas prácticas de higiene y agua potable podrían salvar la vida a 1,5 millones de niños al año.
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